Si vienes algún día, no «repertories», improvisa, te va a hacer mucha falta, si tiras de supuestos conocimientos anteriores, aquí,, por lo general, no te servirán.
No te alíes, no te juntes, no te asocies del todo, hazlo con reservas, pero tampoco te aísles, ni camines solo, no te quedará más remedio que «medio confiar» en alguien.
No grites, ni chilles, ni siquiera hables demasiado alto, usa el volumen y como no, el tono adecuado, pero tampoco hables tan bajito que ni tú mismo te escuches, para lo que te espera aquí, al primero que debes oír es a ti y a tu corazón.
No te hundas, sé positivo, no dejes de creer, de creer y de crecer, en la medida que te sea posible. No te abandones al ritmo del azar, pero tampoco vueles, no flipes, camina con aplomo, ten los pies en la tierra, reconoce las verdades antes de que te lleguen en forma de ostias.
Ríe de lo que de veras sea lícito reírse, no te escondas para llorar por lo que sea inevitable llorar. Demuestra que estás vivo, frío y caliente según vengan los acontecimientos añadidos, y digo añadidos porque lo que te trajo o mejor dicho; el hecho de venir, no deja frío a nadie y lo que te ocurra dentro deberá calentarte lo justo.
No pelees, pero tampoco seas cobarde, no seas cobarde, pero tampoco hagas bueno el dicho de que «los pájaros se van a las escopetas», no huyas, afronta, pero con cordura.
No desnudes tu alma a la primera insinuación, pero tampoco vayas tapado hasta las orejas, la clave está en con quien te desnudas y con quien te tapas.
Decide y recuerda siempre en que bando estás, no bebas de las medias tintas, aún dando a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César, uno puede y debe tener claro de qué parte está.
Las medias tintas de las que hablaba antes, por lo general, no suelen ser otra cosa que la antesala de la traición.
No esperes de nadie más de lo que intuyas y procura no intuir de nadie más de lo que esperes, es más, por tu bien acostúmbrate a esperar solo de ti y punto.
Y hablando de acostumbrarse, no te acostumbres a nada, acepta, adapta, pero no te acostumbres a nada, la costumbre como a escribiera anteriormente por ahí en otro artículo, aquí es mala compañera.
De amar, de querer o enamorarse, prefiero no hablar, si decides amar o enamorarte en un lugar como este, piénsatelo muy mucho.
Pero de todo esto, que no sé si te habrá servido de algo, no olvides esto último que te digo, si vienes algún día a la cárcel; no esperes ningún tipo de lógica, ten prudencia, pero jamás tengas miedo y sobre todo, jamás te rindas.
El Lobo Txapela