Amanecía en “Perogrullo del Cadalso”, tranquilo pueblo costero situado a 176km del famoso “Pico Congreso”. Sus habitantes acostumbrados a las vicisitudes propias de vivir del mar, esperaban la llegada a puerto de la flotilla de pesqueros que, con las capturas obtenidas tras una larga noche y enconado esfuerzo, contribuirían en la economía de un gran número de ciudadanos del pueblo. Todo, parecía transcurrir dentro de la “anormal normalidad” y en la única taberna del pueblo, los parroquianos hacían pronósticos sobre la cuantía y calidad de las capturas que pronto sería desembarcadas.
En la lejanía, los pesqueros orientaban el rumbo hacia la bocana del puerto. Habían de darse prisa, era la época en la que la “marea baja” venía acompañada de una “marejadilla” que dificultaba las maniobras de amarre a los embarcaderos de descarga. A ello, habría que unirse el grave incidente ocurrido, casi un año atrás, cuando un buque mercante quedó encallado en uno de los grandes bancos de arena existentes frente al puerto. Cuestión esta que entorpecía aún más si cabe, la entrada y salida de mercancías, principalmente de ingresos y trabajo, para los pacientes habitantes de “Perogrullo del Cadalso”.
De pronto, sonaron las campanas de la iglesia. Era el toque de alarma. Varios ciudadanos se agolpaban en la plaza, donde Pascual, asiduo paseante playero exclamaba: “¡Qué vuelven! Los he visto y en verdad os digo que los `bien criaos´ se dirigen de nuevo a la entrada del puerto”. Mientras unos corrían hacia la playa a comprobar lo dicho por Pascual, en la plaza, quedó una mayoría de ciudadanos que, de forma unánime, pedían explicaciones a los representantes políticos. Las preguntas principales eran: ¿cómo es posible que esto volviese a suceder? Y ¿qué hacéis vosotros, politicuchos, para solucionar esta situación?
“Tranquilos, amigos tranquilos”, exclamó el a Alcalde. Todos sabéis de la cantidad de reuniones que hemos mantenido los distintos grupos políticos para encontrar una salida favorable a esta situación y, parece que esta vez, los “bien criaos” han sustituido al más tozudo y encabezonado en hacer fracasar todo tipo de acuerdo y por lo que hemos podido entender, ahora, acuden con la intención de solucionar el problema. Por todo ello, una vez más, os pedimos paciencia y colaboración.
“¡Sí, ya estamos otra vez, la misma palabrería de siempre y la misma ausencia de soluciones!”, dijo uno de los presentes. “¡Más vale que sea así, pues yo, no pienso ir a desencallarlos otra vez!”, se escuchó a otro de los habitantes. “No, no señor Carota, no pienso poner el hombre para que luego los “bien criaos” se chuleen de nosotros”.
Allí se encontraba Amadeus, escritor alemán y amigo de Braulio el bibliotecario. “¿Qué sucede Braulio?, preguntó. Éste le respondió: “escucha amigo mío: los “bien criaos” son un grupo de “ballenatos” pertenecientes a la subespecie “politicon Hispanus”. Hace unos años, solo dos de ellos se disputaban el mando de este psicodélico grupo. Uno, tiende a ir hacia lo que él denomina la izquierda, y es conocido como “Sanchuz”, y el otro viene del atlántico, es de origen galaico y atiende al nombre de “Pepus Marianum”. Pero ahora se les han unido dos más: “Ciudadanus”, que viene del mediterráneo catalán y “Pablucus”, quien ha llegado muy bien cebado gracias a las temporadas que pasó alimentándose en los bancos de Krill existentes en Venezuela y el Golfo Pérsico”
“Tal y como tú conoces .continuaba Braulio-, hace muchos siglos la genérica especie “Cetáceus Políticus” llegó a un acuerdo con la ciudadanía mundial. Ellos trabajarían en favor de representar y ayudar a los ciudadanos y éstos, quedaban obligados a proporcionarles sustento, cobijo, privilegios, cuidados y cuantos caprichos y trinques pudieran ocurrírseles. Al parecer, y según cuentan los más ancianos del lugar, el acuerdo fue consensuado y aprobado por las dos partes, aunque en ocasiones, cada vez más frecuentes, los “Cetaceus Políticus”, incumplen su parte del acuerdo, obligando a pasar penurias de todo tipo a la ciudadanía. Este comportamiento, como es lógico, causa indignación”.
“¿Pero… por qué tanto revuelo aquí, en Perogrullo del Cadalso?” preguntó de nuevo Amadeus.
El bibliotecario prosiguió: “normalmente, cada cuatro años los ciudadanos suponen que son ellos quienes eligen un líder de entre los componentes del grupo “Politicon Hispanus” y en él recae la responsabilidad de cumplir aquel antiquísimo acuerdo. Hace por ahora casi un año que los electores fueron a “elegir” a un jefe de grupo, pero no quedó lo suficientemente claro quién debía ser tal responsable y los “bien criaos” y sus “rémoras”, se retiraron a negociar. En esto sucedió que un buque mercante quedó encallado en uno de los grandes bancos de arena existentes frente al puerto y entonces, los ciudadanos solicitaron la ayuda de los “Politicon Hispanus” que tan ricamente pasaban el tiempo en alta mar, siendo muy bien alimentados por los pescadores a la vez que veían satisfechos todos sus caprichos, causando con ello una considerable merma en los ya diezmados recursos de los ciudadanos de “Perogrullo del Cadalso. Pues bien “los bien criaos”, emprendieron de nuevo la marcha “mar adentro”, dejando encallado el buque que dificultaba la buena marcha de la economía para los ciudadanos, quienes se quedaron tal y como puedes verles, encenagados. Además, durante todo este tiempo han tenido que continuar alimentando a los “ballenatos” y a sus “rémoras” mientras todos ellos se enzarzan en sus propias disputas, encaminadas a satisfacer sus propios intereses”.
“Pero ahora, tal y como ha dicho el Sr. Carota, alcalde de “Perogrullo del Cadalso”, el “Politicon Sánchuz” ha sido sustituido por otro que parece ser más dialogante y, a pesar de todo, podría llegarse a un acuerdo con “Pepus”, motivo de éste, por el que tal vez, han regresado con la intención de intentar sacar a flore el mercante encallado. Ahora bien, la población no se fía, pues ya son dos las veces en que los “Perogrulleros” se han quedado “encenagados”, mientras los “bien criaos” continúan disfrutando de sus privilegios”.
La explicación de Braulio, quedó interrumpida por los hombres y mujeres que, atemorizados, regresaban de la playa. El alcalde, Sr. Carota, con ayuda de un vocero, les invitó a subir al balcón del ayuntamiento donde pudieron decir lo que fuera menester. Rápida y democráticamente se eligió un portavoz que explicase en lo posible la inexplicable situación. Éste, comenzó diciendo: “Ciudadanos y ciudadanas, tal y como ha sucedido otras veces, se dirigen a la bocana del puerto, son cuatro, uno de ellos, es nuevo y claro, les acompañan sus legiones y hordas de rémoras. Además, parecen estar muy alegres, en sus desplazamientos dan saltos, hacen piruetas y parecen sonreír. Los expertos dicen no saber a ciencia cierta si su alegría se debe a que esta vez vienen en nuestra ayuda, o si por el contrario lo que sucede es que como ya conocen el paño y son sabedores de que el pueblo es de ilimitada paciencia y por ello, sustento no ha de faltares, puede ser más que posible que se hallan viciado en tal extremo que su único objetivo sea vivir del cuento. De ser esta última la verdadera causa de su alegría que Dios nos coja confesados, pues ello significaría que en si enviciamiento es tal la ceguera que siendo conocedores de la protección internacional de la que gozan hubieran llegado al acuerdo de continuar sin hacer nada por nosotros. Esto es horrible, en caso de ser así, los perogrulleros-cadalsianos, quedaríamos obligados por las leyes nacionales e internacionales a proporcionar a “los bien criaos” el sustento económico y alimentario, el cobijo y demás caprichos que pudieran ocurrírseles. Dios mío la que se nos vendría encima, pues entre los cuatro Politicom y sus rémoras suman cientos. Cómo podremos alimentar a “los bien criaos”, mientras nuestros recursos se agotan al permanecer encallado el buque en los bancos de arena”.
Cuando el portavoz terminó, el silencio se podía cortar en la plaza, las caras de las gentes mostraban confusión, extrema palidez y apatía. Entonces se alzó la voz del Sr. Carota, alcalde del pueblo. “Conciudadanos, no dejéis que vuestro ánimo decaiga, las informaciones que tenemos indican que esta vez sí, sí nos ayudarán y cumplirán su parte del acuerdo social que con nosotros tienen. Parece ser que aunque hay algún “Politicon Hispanus” que se resiste, los otros tres tienen verdadera intención de ponerse manos a la obra. Confiemos una vez más en la buena voluntad de todos para intentar solucionar el problema presente”.
Muchos abandonaban la plaza. En verdad no les quedaba más remedio que esperar. Ojala “los bien criaos” viniesen en su ayuda pues tan solo faltaban tres semanas para que las mareas incrementaran la superficie de los bancos de arena frente al puerto. Y en el hipotético caso de que “los ballenatoss” no llegasen a un acuerdo sobre quien o quienes han de responsabilizarse de intentar sacar a flote el buque encallado, los ciudadanos quedarían encenagados, sufriendo las consecuencias económicas y laborales, además del ridículo internacional que causaría la irresponsable aptitud de los “Politicon Hispanus” quienes una vez más, dejarían claro que su verdadera intención es la de obtener y disfrutar de todo tipo de privilegios los cuales han de ser satisfechos por los ciudadanos.
Y así, en esta atmósfera de dudas e incertidumbre poco a poco la noche se apoderaba de las calles de “Perogrullo del Cadalso”, sus ciudadanos tan solo esperaban que un nuevo amanecer les sonriera y que de una vez por todas “los bien criaos” se pusieran manos a la obra. Desde luego, contarían con la ayuda de la ciudadanía pues en ella siempre habían encontrado su colaboración “los Politicon Hispanus”.
M.A.I.S.