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LA TXERRIJANA DE LA CÁRCEL por J.E.F.

Hoy vengo a hablaros de toda la comida que se llega a echar a la basura en un Centro Penitenciario y de cómo no hacemos nada por remediarlo con todo el hambre que hay en el mundo. Y cuando digo mundo, no hace falta irse muy lejos para ver ese hambre, seguro que muchos de los que estamos leyendo esto, hemos tenido dificultades para llegar a final de mes, incluso habrá habido días en los que tengamos que haber comido pan duro porque no teníamos un mísero euro para comprar una barra de pan.

Y especialmente eso, es lo que aquí más se tira a la basura día tras día, pan, aparte de muchísima comida elaborada que termina en el cubo de la basura.

A mí personalmente me da muchísima pena tirar toda esa comida. Por eso vengo a proponer tres diferentes caminos para todo eso que se derrocha en la basura.

La primera sería recogerla para familias necesitadas que sé que las hay y muchas. La otra alternativa sería enseñarnos a todos los presos a reciclar esa comida, tirando lo orgánico en sus respectivos cubos sin nada de basura que no fuese comestible, para después utilizarlo para hacer compost. Ese abono podría utilizarse para una huerta en la cual los presos pudiesen cultivar frutas y hortalizas y así aprendiésemos a cultivar la tierra y saber sacar provecho a ella.

Y la otra alternativa es la que más me gusta, incluso como terapia. Sería guardar todo lo comestible para dárselo de comer a los cercos como se hacía antiguamente en todos los caseríos como en el País Vasco, que pasaban a recoger la “txerrijana” (comida para cerdos). Yo creo que sería una buena terapia recoger toda esa comida y dársela a nuestros propios cerdos, así fomentaríamos el tener una labor para muchos, incluso muchos aprenderían un oficio, sabrían tener pautas de limpieza de las cochiqueras, horarios laborales, cuidado de los animales.

Sé que para muchos sonará muy cómico, pero no hace falta echar la vista tan atrás para ver como nuestros abuelos criaban sus animales para después, recoger sus beneficios.

J.E.F.


EL RECHAZO POR SISTEMA de M.A.I.S.M.

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Según los expertos, entre el 2050 y el 2060 la población humana alcanzará los 9.000 millones de habitantes. Para satisfacer las demandas alimenticias se tendrán que cambiar los actuales sistemas de producción agrícola, ganadera y pesquero. Ello requerirá del uso de la biotecnología como la encargada de incrementar la cantidad y calidad nutricional de los productos destinados al consumo humano. Por tanto, será necesario fomentar la utilización de transgénicos los cuales permitan crear especies vegetales resistentes a los ciclos climáticos y con capacidad para sobrevivir en zonas donde las sequías y otros fenómenos naturales dificultan hoy día su cultivo. De igual manera se tendrán que obtener nutrientes específicos para los suelos de siembra.

Son muchas las personas que por falta de información o por información errónea dicen estar en contra de los productos trans. De las argumentaciones dadas por ellas podría deducirse que parecen pensar que un transgénico es algo creado con una tecnología demoníaca de la cual surge algo fruto de la alquimia. Pero ¿qué es un transgénico?.

Sencillamente, es un organismo al que se le inserta en su genoma un fragmento de ADN de otro organismo con el único fin de aportarle una nueva capacidad para la mejora de su: calidad nutricional, su cantidad y resistencia. Con los trans sucede igual que con cualquiera otra novedad tecnológica, de inicio se la mira con recelo y poco después se instala en los hábitos de consumo haciéndose incluso imprescindible. Hoy día estamos utilizando productos derivados de transgénicos como el algodón, el cual en Europa es adquirido para elaborar desde ropa a todo tipo de consumibles de higiene íntima. Igualmente son muchos los fármacos que se obtienen con derivados de transgénicos, gracias a ello han pasado a estar al alcance de una gran mayoría de personas, las cuales tenían problemas para obtenerlos debido a su coste económico.

Si no fuera por los transgénicos tendríamos escasez de ciertos alimentos, pues gracias a ellos, se producen más y mejores cosechas de algunos cereales destinados a la alimentación base del ganado. Esto permite cubrir la desmesurada demanda de todo tipo de carne, motivada por la muy extendida y errónea creencia de ser una eficaz manera de obtener proteínas.  De hecho, en pocos años las costumbres alimentarias de la humanidad sufrirán grandes cambios, siendo el consumo de pescado la principal y más efectiva fuente de obtención de muy buena proteína. Este cambio, mucho más saludable a la vez que más barato y menos contaminante, llevará aparejada una necesaria modificación en la forma de abastecer a los consumidores, la cual pasa por la agricultura marina reemplazando ésta a las cada vez menos productivas artes tradicionales de pesca.

Para lograr esta reconversión productiva, será necesaria la utilización de transgénicos, a la vez que tendrá que modificarse las leyes europeas con respecto a la utilización, siempre y producción de estos derivados procedentes de la biotecnología. Hoy día, las industrias europeas los adquieren en grandes cantidades de otras partes, donde su siembra, producción y elaboración sí que están permitidas, para posteriormente elaborar productos que se consumen aquí en Europa, entre ellos: cosméticos, geles y champús de baño, productos de higiene íntima, de limpieza e industriales. Igualmente existen alimentos como el arroz con determinadas propiedades nutricionales –provitaminas- y trigo modificado para poder ser consumido por los celiacos y aunque aún se mira con recelo a los transgénicos, la sociedad terminará por aceptarlos dejando de lado esas absurdas creencias que fomentan su rechazo, pues su consumo y utilización aportan muchas ventajas y beneficios al ser humano, incluso las mejoras en los procedimientos de lucha contra la contaminación que ocasionan las actuales formas de procesamiento, manufactura y distribución de los productos alimentarios y de higiene de hoy día.

Por otro lado, resulta curioso el hecho de que se rechace los trans, con la argumentación de que causas un perjuicio a la salud – cosa errónea- y por el contrario consumimos y engullimos toneladas de bollería industrial y comida rápida de todo tipo las cuales son procesadas con grasas animales y/o saturadas, cuestión esta que además decimos conocer como muy perjudicial para la salud, dejando de lado o consumiendo  en muy bajas cantidades: frutas, verduras, pescado, legumbres y cereales, alimentos estos que cuentan con avaladas certificaciones en la prevención de dolencias cardiovasculares, estomatológicas y dermatológicas.

Parece que tenemos muy arraigado el “rechazo por sistema”, más que por conocimiento. Y lo que conocemos como beneficioso lo sustituimos por lo perjudicial.

Por M.A.I.S.M.